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miércoles, 5 de agosto de 2015

¿Educar o enseñar? El profesor como planificador socioemocional


Entre el profesorado de secundaria en varias ocasiones he escuchado el debate sobre si nuestra labor consiste en educar o en enseñar contenidos a nuestros alumnos. En este sentido, la justificación pasa por la idea de que la tarea de educar a los niños corresponde exclusivamente a los padres y que por lo tanto, los profesores debemos limitarnos a enseñarles nuestra materia.
Incluso entre algunos colectivos de padres he visto que se plantea la misma duda.

Aprovechando estos días de verano cayó en mis manos el libro de Joan Vaello Orts "Cómo dar clase a los que no quieren" en dónde en los capítulos iniciales, el profesor Vaello hace la siguiente reflexión: 

La educación, especialmente en niveles obligatorios, debe favorecer la formación integral del alumno, lo que incluye el desarrollo de competencias cognitivas pero también (o sobre todo) de competencias socioemocionales.

La educación es mucho más que una mera transmisión de conocimientos en una época en dónde la información se ha globalizado y es mucho más accesible. Cada vez tienen menos sentido los profesores-porteadores-transmisores de información y cobran mayor importancia los profesores-entrenadores centrados en el desarrollo de competencias socioemocionales de sus alumnos que les faciliten un aprendizaje autónomo. Al igual que fueron desapareciendo los porteadores de agua cuando la canalización la llevó directamente a las casas, los profesores porteadores de conocimientos deben irse transformando en asesores que guien a sus alumnos en sus aprendizajes. Entender la formación integral como tal implica tener bien presente ciertas consideraciones:


  • Hay dos metas básicas a conseguir con los alumnos: que sean buenos estudiantes y que sean buenos ciudadanos. Con aquellos con los que no se puede conseguir lo primero, deberíamos centrarnos en lo segundo: de todos los alumnos se puede conseguir alguna mejora/transformación, de lo cual podemos deducir que no sobra ninguno.
  • Hay que combatir el fracaso socioemocional con el mismo énfasis y grado de planificación, si no mayor, que el fracaso académico, pues está en la raíz de muchos reveses académicos y de todos los conflictos.
Creo que tras esta reflexión, el debate y la posible duda acerca de nuestra labor queda totalmente clarificada. Ahora queda en nuestras manos incluir el fracaso socioemocional como un nuevo objetivo a erradicar en nuestras aulas, para lo que creo que el profesorado actual necesitará mucha ayuda.

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