Con la tecnología de Blogger.

martes, 25 de octubre de 2016

Agrupa al Alumnado. Fases




lunes, 10 de agosto de 2015

Reglas y Rutinas. Lo que esperas que hagan tus alumnos

Nuestros alumnos necesitan tener una idea clara de que es lo que esperamos de ellos en clase. No basta con suponer que nuestros alumnos saben cómo tienen que comportarse en clase. No des por hecho que algún antiguo profesor de primaria les explicó las rutinas más básicas. Para gestionar y mejorar el comportamiento de tus alumnos, tienes que enseñárselo, de la misma manera que les enseñas a resolver una ecuación de primer grado o les enseñas cual es el sujeto de una oración.

No permitas que tus alumnos intenten adivinar cuales son las reglas a seguir en tu clase, o que simplemente adopten las reglas de otro profesor. Cuando las reglas para cada tipo de actividad (ver una demostración, trabajo en silencio, trabajo en grupo, recoger...) están claras, podemos decir que hemos establecido los cimientos del buen comportamiento.

Si tienes la ocasión de entrar en la clase de un profesor más experimentado,  estas reglas y rutinas se establecen, se refuerzan y se corrigen de una forma tan sutil que parece que se haga sin ningún tipo de esfuerzo por parte del profesor, pero no te engañes. Lleva tiempo enseñar estas rutinas.

Puedes empezar haciendo listados que puedes hacer correr entre tus alumnos al inicio de cada tipo de actividad y cuando los alumnos las hayan interiorizado, puedes hacerlos desaparecer. El conocimiento se vuelve discreto y la rutina se automatiza.

A continuación muestro algunos ejemplos de fichas con las típicas rutinas de clase. Estas fichas pueden estar expuestas en el tablón de la clase o mostrarse a los alumnos períodicamente, hasta que las hayan interiorizado.




















Participa en en blog con tus comentarios

¿Que reglas o rutinas añadirías? ¿Cuales serían las pautas a seguir?

Recuerda que cuando elabores una pauta esta debe ser:

  • Breve: lo más clara posible
  • Formulada en positivo: queremos reforzar comportamientos positivos en el aula, por lo que debemos hablar de lo que veremos ver en clase, no de lo que no queremos ver (mascar chicle, molestar al compañero, comer en clase...)



viernes, 7 de agosto de 2015

Reglas y rutinas. Saluda y acoge

La gestión excelente del comportamiento empieza en la puerta de tu clase, con una actuación merecedora de un Oscar de Hollywood. Los primeros minutos son críticos.  Planifica y ensaya a conciencia tu inicio. Tu actuación como profesor pasa por aparecer brevemente interpretando diferentes roles. Pequeños estallidos envueltos en una bien interpretada actuación, diseñados para inyectar entusiasmo en cada uno de tus estudiantes. Tu entusiasmo debe ser contagioso y tu dirección, imparable.  Durante los primeros minutos recibes, acoges, sonríes, saludas y das la mano, golpecitos en la espalda y chocas los cinco,  agradeciendo verles (sí, incluso a aquellos que habrías preferido que se quedaran en casa), repartiendo las responsabilidades y haciendo que tus alumnos se sientan no sólo importantes, sino irremplazables. "Gracias a Dios que has venido. Hoy vamos a necesitar tus habilidades con las matemáticas".




Es esta actuación la que los saca del patio, del cambio de clase, del ¿qué pasó ayer en Game of Thrones? y los mentaliza para prepararlos para el aprendizaje. La primera intervención es en la puerta.  Estás marcando la línea entre sus vidas sociales y el aprendizaje, entre lo informal y lo formal, entre la libertad y la responsabilidad.

Cambia la forma con la que recibes a tus alumnos en clase. Evita llegar y encontrártelos a todos sentados y decir el clásico "Buenos dias" o pasar lista directamente. Se proactivo, hazlos sentirse bien recibidos y demuestra tu entusiasmo por enseñarles.

Las primeras impresiones cuentan. Si es cierto que las personas realizan un juicio de las otras durante los 3 primeros segundos tras conocerlas, entonces, lo mismo podríamos decir sobre cada clase que un alumno atiende. Eres tú quien establece el tono de la clase y que tiene influencia sobre el proceso de aprendizaje de tus alumnos.

Recibir, saludar y acoger a tus alumnos en la puerta de tu clase es de vital importancia. Eres tú quien les puede hacerse sentirse importantes, valuosos y apreciados antes incluso de entrar en tu clase y especialmente durante los primeros meses, cuando las relaciones aún no se han establecido.

Tu comunicación no verbal, los gestos y las palabras que hagas son cruciales para crear la atmósfera que necesitas para que fluya el aprendizaje. Sonríe, establece un contacto visual amigable, tiende tu mano abiertamente y saluda a tus alumnos:

"Buenos días"
"Gracias por llegar puntualmente"
"Hola, bonito día, ¿verdad?"


Envuelta entre tu habilidad comunicativa está tu energía personal, que ambos sabemos que algunos días no está al 100%, pero tenemos que hacerlo porque es importante. Si quieres conseguir alumnos calmados, disciplinados empieza ofreciéndoles el modelo de la actitud y energía que quieres en tu clase.


Recursos:



miércoles, 5 de agosto de 2015

¿Educar o enseñar? El profesor como planificador socioemocional


Entre el profesorado de secundaria en varias ocasiones he escuchado el debate sobre si nuestra labor consiste en educar o en enseñar contenidos a nuestros alumnos. En este sentido, la justificación pasa por la idea de que la tarea de educar a los niños corresponde exclusivamente a los padres y que por lo tanto, los profesores debemos limitarnos a enseñarles nuestra materia.
Incluso entre algunos colectivos de padres he visto que se plantea la misma duda.

Aprovechando estos días de verano cayó en mis manos el libro de Joan Vaello Orts "Cómo dar clase a los que no quieren" en dónde en los capítulos iniciales, el profesor Vaello hace la siguiente reflexión: 

La educación, especialmente en niveles obligatorios, debe favorecer la formación integral del alumno, lo que incluye el desarrollo de competencias cognitivas pero también (o sobre todo) de competencias socioemocionales.

La educación es mucho más que una mera transmisión de conocimientos en una época en dónde la información se ha globalizado y es mucho más accesible. Cada vez tienen menos sentido los profesores-porteadores-transmisores de información y cobran mayor importancia los profesores-entrenadores centrados en el desarrollo de competencias socioemocionales de sus alumnos que les faciliten un aprendizaje autónomo. Al igual que fueron desapareciendo los porteadores de agua cuando la canalización la llevó directamente a las casas, los profesores porteadores de conocimientos deben irse transformando en asesores que guien a sus alumnos en sus aprendizajes. Entender la formación integral como tal implica tener bien presente ciertas consideraciones:


  • Hay dos metas básicas a conseguir con los alumnos: que sean buenos estudiantes y que sean buenos ciudadanos. Con aquellos con los que no se puede conseguir lo primero, deberíamos centrarnos en lo segundo: de todos los alumnos se puede conseguir alguna mejora/transformación, de lo cual podemos deducir que no sobra ninguno.
  • Hay que combatir el fracaso socioemocional con el mismo énfasis y grado de planificación, si no mayor, que el fracaso académico, pues está en la raíz de muchos reveses académicos y de todos los conflictos.
Creo que tras esta reflexión, el debate y la posible duda acerca de nuestra labor queda totalmente clarificada. Ahora queda en nuestras manos incluir el fracaso socioemocional como un nuevo objetivo a erradicar en nuestras aulas, para lo que creo que el profesorado actual necesitará mucha ayuda.

Rescate emocional

El siguiente artículo es una traducción del texto publicado en TES Magazine en dónde Paul Dix habla sobre nuestras respuestas emocionales en clase.

Todos los profesores nos hemos encontrado, en alguna ocasión, ante alumnos que saben cómo sacarnos de nuestras casillas y transformar una situación difícil en imposible.

Pero incluso el comportamiento más complicado puede gestionarse con habilidad si la reacción del profesor está pautada, libre de emociones y dirigida hacia el refuerzo positivo elegido en el momento oportuno.

La forma en la que percibimos el mal comportamiento en nuestras clases es crucial. Míralo como un ataque personal, un signo de una sociedad en caída libre, un síntoma de una generación incontrolable, el producto de una pobre atención por parte de los padres ó el resultado de horas de videojuegos y series de televisión, y es difícil evitar que las emociones influyan en nuestra respuesta. Míralo tal y como es: un niño probando los límites, intentando provocar a un adulto o intentando evadirse del aburrimiento y podrás tratar el problema de una forma racional.

La cultura de "Ellos y nosotros" es un grave problema en el sistema educativo británico y la relación entre el comportamiento de nuestros alumnos y nuestras emociones está en la raíz del problema. Podríamos reforzar esta tesis analizando nuestro día a día. Piensa cuantas veces dices "Me estoy enfadando", "Vuestra actitud me está empezando a molestar" ó " Si alguien más vuelve a pedirme ir al lavabo, me voy a enfadar".

Haciendo esto ponemos en las manos de nuestros alumnos el GPS de nuestras emociones. Les damos, a aquellos alumnos más complicados, granadas de mano para que las puedan lanzar en el momento en que consideren más adecuado para sus intereses.

Guarda tu respuesta emocional a aquellos momentos en que las cosas vayan bien. Deja que tus estudiantes puedan percibir tu entusiasmo, tu amor por la enseñanza y el placer en su éxito. Muéstrales la pasión de tu respuesta positiva.

Cuando debas intervenir para corregir algún comportamiento inadecuado, las cosas deben hacerse de forma diferente. No gastes tu energía emocional en el tubo de ensayo roto por Carol o en el olvido de material de David. En su lugar, utiliza una respuesta planificada y estudiada.

Si tus alumnos eligen comportarse de forma inadecuada, dales lo que menos les gusta, una respuesta mecánica. Elimina su miedo ó excitación ante la reacción airada de un adulto, o la inyección de adrenalina que les puede suponer ver "explotar" al profesor en medio de la clase. Deja caer tus advertencias y sanciones suavemente y podrás proteger el bien más preciado que tienes en clase: la relación con tus alumnos y tu bienestar emocional.

El cambio en el comportamiento de nuestros alumnos no lo conseguiremos a largo plazo si lo mezclamos con nuestras emociones. Pero si lo hacemos con el aburrimiento, con estructuras mecánicas que no dan lugar a discusiones o emociones, comportarse mal tiene menos aliciente. Subraya la conexión racional entre el comportamiento inadecuado y las sanciones. El equipo docente tiene una consistencia instantánea; están protegidos ante en constante flujo emocional y todos disponen de más energías para reforzar los comportamientos y actitudes que sí quieren ver en su clase.

Hay una serie de elementos críticos, la combinación de los cuales cuando se ponen en escena de la forma adecuada, hace casi imposible para el alumno girar la conversación ó escalarla en su beneficio.

Antes de que intervengas, intensifica tu autoprotección imaginándote que tienes al padre de tu alumno observando tu actitud por encima del hombro. Ajusta el tono, la forma, las expresiones y tus gestos como si los padres estuviesen sentados en clase. Cuando tengas que hablar en privado con ellos, comenta su actitud usando el pasado: "He visto que lanzabas papeles a tus compañeros.." en lugar de "He visto que lanzas papeles a tus compañeros". Menciona el comportamiento que has observado y explica las consecuencias derivadas de esa acción. "Si vuelve a ocurrir tendrás que quedarte conmigo al finalizar la clase".

En el momento en que impones una sanción, es un momento en el que no pueden producirse intercambios. Es el momento en el que el alumno protestará, discutirá e intentará atacar de la forma más vigorosa posible. En este momento intentará alejarte de la conversación que tu quieres tener y te intentará llevar a un pozo sin fondo. Te dirán: "Odio las matemáticas. ¿Por qué tengo que hacer esto?" ó buscarán una reacción secundaria poniendo una sonrisa de joker, o golpeando continuamente la mesa con su bolígrafo.


No caigas en la trampa. No intentes tratar estos comportamientos "secundarios" en ese momento. Ya hablaremos de ellos con el alumno más adelante. Refuerza el comportamiento que quieres observar en clase y apacigua los primeros signos de confrontación usando algún ejemplo previo de buen comportamiento de ese mismo alumno."Carla, ¿recuerdas lo bien que lo hiciste ayer cuando decidiste quedarte por voluntad propia a ayudarme a limpiar el taller? Ese es el tipo actitud que quiero ver hoy en clase porqué sé que es ese el alumno que tu eres" .



Es muy difícil discutir en este momento. Diluye las protestas e insufla humanidad en una interacción planificada, mecanizada. Permite que ese momento de pánico emocional (el momento en el que el alumno se da cuenta de que tendrá que hacer algo que no quiere) se apacigüe, separando de forma firme el comportamiento, las emociones negativas y la identidad. Le permite al alumno salir de la conversación sintiendo que su profesor aún le quiere y deja intactas la relación y tu dignidad. Practícalo, ensáyalo y será rápido, eficiente y justo, permitiéndote continuar usando tu energía positiva.

A medida que enseñamos a nuestros alumnos que las consecuencias no son una retribución personal, erosionamos la cultura del "Ellos y nosotros". El objetivo es dejar a nuestros alumnos sintiéndose responsables de su comportamiento en lugar de sentirse culpables por haber enfadado al profesor. No necesitas un transplante de personalidad para poder gestionar el comportamiento, pero sin en cambio debes suprimir nuestro instinto natural de reaccionar emocionalmente. Le quieres mostrar a Carla, que aunque otros le respondan con hostilidad,  tu quieres jugar un partido muy largo.

lunes, 3 de agosto de 2015

Controla tu cerebro emocional

En esta entrada realizaré un resumen de los aspectos expuestos en la entrada: Por qué es tan importante controlar nuestro propio comportamiento en clase


¿Que estrategias podemos utilizar para enseñar a nuestros alumnos a controlar su emociones y permitirles acceder a su cerebro racional?


Sé un ejemplo de control emocional

Muestra a tus alumnos como calmas tus instintos más emocionales. Enséñale de forma explícita cuales son tus estrategias: contar hasta diez pausadamente, controlar la respiración, dar un paso atrás, alejarte o repetirte un mantra. Escríbelas en la pizarra o en murales que estén por la clase a la vista de todos.

Explica tus frustraciones de forma asertiva

"He preferido irme del grupo, porque empezaba a ponerme nervioso", "Prefiero darme algo de tiempo para pensar calmadamente qué es lo que quiero decirte".

Examina algunas de tus prácticas rutinarias

Al acabar de explicar , en lugar de preguntar quien no lo ha entendido, utiliza fórmulas del tipo:"Por favor, haced preguntas por si hay algo que no he explicado correctamente". Esto hace más fácil a los alumnos aclarar sus dudas sin parecer que son "el tonto de la clase que no se entera de nada".

Pregúntate si en clase, tus alumnos tienen alguna zona dónde tus alumnos puedan ver las estrategias que hemos enseñado.

Otras estrategias que podemos usar para controlar nuestras emociones y dar ejemplo a nuestros alumnos

  1. Verbaliza el comportamiento que quieres ver en clase. No des por hecho que algún profesor anterior explicó a tus alumnos como comportarse en clase. Díselo en clase, escríbelo en murales que tus alumnos puedan ver en las paredes. No hagas que tus alumnos adivinen cual es el comportamiento que esperas de ellos.
  2. Ejercita tu empatía frecuentemente y de forma enérgica. Recuerda que era lo que apreciabas como estudiante de tus profesores. Si necesitas hablar con algún alumno sobre su conducta, recuerda que estás dirigiéndote a niños, no a adultos.
  3. Encuentra un espacio privado para hablar con tus alumnos, especialmente cuanto te sientas especialmente "atacado". Cuando tengas que hablar con ellos, hazlo de forma privada y asegúrate de estar a su nivel visual o a ser posible por debajo de ellos.
  4. Crea tu propio ritual para salir de una conversación en la que tus emociones hayan quedado expuestas.
  5. Cuando tengas que intervenir, céntrate en atacar el comportamiento, no la personalidad del alumno.

¿Qué debemos hacer en el caso de que perdamos los nervios en clase?

  1. Explica a tus alumnos que causó tu reacción.
  2. Discúlpate ante tus alumnos. Muéstrate sincero y abierto ante tus estudiantes. Estás, ante todo, siendo el ejemplo a seguir.
  3. Explícales que has aprendido de esta situación. y cómo vas a reconducir esta situación para que no se repita.

Estate atento a....

  1. La tendencia a prejuzgar algunos de tus alumnos en base a su madurez emocional y sus reacciones. Recuerda que la amígdala no madura hasta la edad de 25 años.
  2. Dar por hecho que tus alumnos empatizarán con tus reacciones más emocionales. Explícales tus conflictos interiores y como los resolverás.
  3. Etiquetar. Todos tenemos esa vocecita interior que nos dice continuamente cosas inútiles sobre un grupo de alumnos o sobre algunos alumnos en particular, de manera que inconscientemente aprovechamos el mínimo conflicto para dar rienda suelta a nuestra frustración y a nuestro temperamento. No te ayudará en tu día a día.

domingo, 2 de agosto de 2015

Gestionando nuestro propio comportamiento para poder controlar el de nuestros alumnos. El impacto de nuestro comportamiento

El único comportamiento que realmente podemos controlar es el propio. El comportamiento del profesor impacta directamente sobre el comportamiento de sus alumnos.

En esta actividad analizaremos cómo realmente la actitud del adulto puede impactar sobre la actitud del alumno.

Para hacerlo realizaremos una tabla con tres columnas. La primera columna la nombraremos "Efecto positivo", la segunda "poco impacto" y la tercera columna "Efecto negativo".

La actividad consiste en rellenar la tabla reflexionando sobre ejemplos del impacto que la actitud del profesor puede tener sobre la actitud de los alumnos. Para ello reflejaremos nuestra propia experiencia como alumnos, desplegando el comportamiento que nuestros profesores mostraban siendo nosotros estudiantes.

Como ayuda, podemos utilizar las siguientes preguntas guía:
  • ¿Qué características tenían mis peores maestros?
  • ¿Qué características tenían mis mejores maestros?
  • ¿Cómo interactuaban estos profesores conmigo?¿Que decían?¿Cómo era su lenguaje corporal?
  • ¿Cómo me hacían sentir estos profesores?



Efecto Positivo Poco impacto Efecto negativo
El maestro se mostró orgulloso de mi trabajo El maestro me gritaba El maestro nos amenazaba y nos lanzaba tizas
El maestro me hacía sentir importante en su clase El maestro me ignoraba El maestro mostraba una actitud hostil ante mi
El maestro estaba abierto a continuar la clase fuera del horario El maestro se burlaba de mi
El maestro era una persona cercana
El maestro me producía pánico
El profesor se adaptaba a mi El maestro nos etiquetaba, o nos hacía sentir etiquetados "bueno, malo, listo, tonto..."


Para reflexionar y participar en el blog.

¿Cual fue tu experiencia? ¿Qué añadirías a la tabla?